Al cine debemos exigirle que nos haga sentir, aunque sea mal. Cualquier cosa menos indiferencia. De una buena película podemos esperar además que nos lleve a descubrir emociones y lugares de nosotros mismos que desconocemos o creíamos desaparecidos. En definitiva y parafraseando al gran Robe de Extremoduro, lo deseable es que la ola que surge del último suspiro de un fotogramanos transporte mecidos hasta el siguiente.
Algunos discursos/diálogos de película han logrado levantarme del asiento, me han revuelto el estómago y me han llevado durante una fracción de segundo a querer iniciar una revolución. Son esas escenas que pagan una película entera, incluso toda la carrera de un director porque te cambian, aunque sea como digo por un segundo. Momentos que te hacen replantearte lo que sabes o crees saber.
No pretendo recopilar los mejores discursos de la historia del cine (eso lo dejo para expertos en la materia como Carlos Marañón y su Cinemanía), sencillamente comparto los 5 discursos/diálogos de película a los que más he recurrido para afrontar mis pequeños grandes momentos con el “tono” adecuado:
5) 300 (2006) – Zack Snyder
‘De griego libre a griego libre’
El poder de la comunicación y la importancia del relato como elemento movilizador.
4) Gattaca (1997) – Andrew Niccol
‘Nunca me reservé nada para la vuelta’
La actitud como elemento determinante por encima de cualquier lógica o aptitud.